domingo, 26 de abril de 2015

YO ESTUVE ALLÍ

Yo estuve allí, en el verano de 2014 disfrutando de un lugar que en principio, no me atrajo, que me resultaba desagradable, incluso maloliente y perturbador.
El valle de Katmandú con sus idílicos templos, su mezcolanza de religiones, su colorido y explosión de colores produjo en mi interior contradicciones, por una parte ver tanta y tanta y tanta gente deambular intentando congeniar con sus deidades, con sus dioses a base de regalos que después desaparecían o bien en la tripa de alguna vaca inteligente o algún niño hambriento, y por otra parte esa espiritualidad que a pesar del folklore rezumaba en sus corazones a base de sonrisas y abnegación, hicieron que reconsiderara mi forma de ver Nepal como un lugar tercer mundista, poco acogedor y desconsiderado con el medio ambiente.
Mi aprendizaje después de volver del caos, fue grande, y no por comparar  mi forma de vida y la suya o con las posesiones de unos y otros, sino por el conformismo y el no querer ir más allá de sus posibilidades y vivir con amor lo poco o nada de que disponían.
Y hoy, después de ver el enfado de la Naturaleza con dicho país, de ver la destrucción paso a paso, incluso en los picos más altos del mundo que han sacudido con fuerza sus alturas, pienso que ese pueblo necesita por lo menos, por mi parte, un reconocimiento.
Quizás la naturaleza ha pensado que ya lo viejo, lo no necesario, lo anclado en la tradición, lo antiguo necesita de una renovación, pues la tradición no es Sabiduría si se piensa como tradición,  las palabras son fácilmente manipulables, pero el saber se encuentra dentro de cada uno de nosotros, y por fin, a pesar de lo doloroso, surgirá en nuestro interior el modo de llegar a nuestros ancestrales conocimientos, pero para eso, entiendo yo, hay que desterrar lo que no vale, y si no lo hacemos por que estemos convencidos, nos convencerán de forma brusca, como ha ocurrido.
Quiero, desde mi corazón, mandar un pensamiento de esperanza a los nepalies que lo han perdido todo, si es que algo tuvieron, y hacerles llegar con mi pensamiento positivo que dentro de sus corazones tienen todo lo que necesitan, y que cuando el país se reconforte después de honrar a sus muertos, renaceran como un país espiritual hacia su corazón verdadero.
Gracias Nepal por haberme abierto los ojos a esa otra realidad.