miércoles, 31 de diciembre de 2014

CONCIERTO EN SOL

Inicio mi nueva andadura del 2015 con un nuevo concierto-baño de sonido en la calle Atocha nº 20. Esta es la información por si te interesa.

CONCIERTO-BAÑO DE SONIDO DE CUENCOS TIBETANOS Y CANTO ARMÓNICO PARA
ARMONIZAR TU PLANO FÍSICO (cuerpos etéreo, emocional, mental)

LUGAR: CENTRO SOL (CUERPO Y MENTE)
C/ ATOCHA Nº 20 2º DCHA

DÍA: 10 DE ENERO A LAS 19 HORAS.
APORTACIÓN: 8 EUROS


IMPARTIDO POR:
Encarna Fernández Justicia
Terapeuta de sonido vibracional (cuencos tibetanos,  canto de armónicos, pandero oceánico, pandero chamánico, flauta indígena americana, gong)

Maestra de música, flauta travesera

MADRE

Porque nunca te llamé así, hoy mereces que mi escrito honre cada letra de tu presencia, madre.
Hoy pronuncio tu nombre con veneración porque me diste la vida, esta vida que feliz, vivo a tu lado. Esta vida renovada y descubierta que gracias a tu generosa presencia, abnegación y dedicación puedo desarrollar, a pesar de esa disonancia que tuvimos durante años, nunca se apagó la chispa que, innegable, alberga en las dos.
Dicen que has pedido cuatro vidas estar a mi lado, como madre, por un abandono que te hirió más que a mí, si hubo ofensa, ya perdoné lo que no sé, pero si siento, y quiero que termine tu infierno kármico.
Tu infancia desdichada, terrorífica, protagonista del cine de terror más exclusivo que has llevado prendido en el alma, con el baluarte de sálvese el que pueda, y tú te salvaste, pero con cicatrices sin cura.
Una infancia de miedos, palizas y desencuentros. Una vida que desarrollaste más allá de toda verdad.
Tu propia realidad hecho con energía y amor.
Hiciste realidad tus sueños, tus quimeras más profundas y cuando todo era gratitud y bienestar, la vida, quizás escogida en otro plano en otra dimensión, volvió a sacudirte y a ofrecerte una vez más, el sufrimiento como acomodo de estar.
Se fue tu pilar, tu apoyo, tu amor verdadero y contigo, todo aquello que ladrillo a ladrillo colocaste tan finamente durante años de esfuerzo y tesón.
Pero nuevamente, resurgiste, alas puestas, para darte a los demás.
Alegría, vitalidad, hermoseo, y a pesar de llevar tantos y tantos años a la espalda el corazón roto, verdad es que estás dejando un camino lleno de flores, de perfume, hierbabuena y azahar.
Vuelvo a honrar a la andaluza más atemporal que conozco.
He vivido el desgaste de ese tu corazón, ese que sorteó mareas, sunamis y tormentas devastadoras, ese corazón que vive ya sólo para un sueño, el sueño eterno de encontrarse con su amor, su hombre, su marido, su esposo, que después de cuarenta años de ausencia, siguen sus sentimientos como el primer día, idealizado después del abandono, pero indemne.
Es la historia de amor más bonita jamás contada. Una historia truncada por un falso accidente pero que sigue viva en otro plano, en el del entendimiento, en el que creamos nosotros cuando agarramos la idea de que el otro aún sigue con nosotros, y como lo queremos de verdad, pues el otro se queda, por lealtad y protección.
La dimensión del amor no tiene límites, el límite lo pone la razón. Es la historia de un amor por encima de convencionalismos, de fisuras y de desobediencias.
Y ahora, que el camino en esta vida y va terminando, ese ser está esperando amorosamente a que cruce la línea.
Vendrá a buscar a su alma el alma que espera, y la luz se fusionará uno más uno, uno.
Mientras, yo pronuncio tu nombre en voz alta para que el mantra penetre en mi corazón y lleve a mis células la paz que necesito.
Un mantra que acaricia mis sentidos y da sentido a todo lo vivido y recorrido.
Ese mantra que me permite abrazar tus brazos y sentir tu húmedo encuentro.
Ese mantra que tranquiliza mi conciencia, que trata de tú a tú mis emociones y sentimientos.
Beso uno a uno cada letra mágica de esa luz que es tu nombre.
Gracias MADRE




lunes, 22 de diciembre de 2014

EN BUSCA DEL SILENCIO INTERIOR

El 19 de diciembre comencé un retiro (que para mí era nuevo) en la Asociación AEMS.
Un retiro cuya más grande premisa era el SILENCIO. el silencio como motivo de guía a lo largo de los tres días que duraría el retiro, y yo, francamente, tenía mucha necesidad del silencio, no el externo, sino el que más me interesa, el interno.
El viernes fue un anticipo de lo que después aconteció.
Actividades sencillas que complementaron nuestro retiro: Yoga suave para no cansarnos, meditaciones en forma de visualizaciones, tai chi en plena naturaleza (en un parque con un sol expléndido), un recorrido consciente por el entorno, y una más que ganada comida macrobiótica que me supo a gloria bendita. Pero sobre todo, el saber estar en un grupo que respeta tus tiempos, que no hace preguntas, que llega al silencio a través del silencio, de un arrullo minuto a minuto y de un tratarnos con respeto, amor y dar que me abrumaron, me encandilaron, me hicieron crecer como ser humano.
Ver una puesta de sol bailando danzas ancestrales y cobijarnos en el color y resplandor del ocaso fue una experiencia que complementamos con un trabajo grupal de relaciones.
Y cena, y silencio.
Y, un baño de sonido para llevar el sueño a los integrantes del grupo que me hizo sentir en cada una de mis células un deseo de darles lo mejor de mí, pero lo que recibí para mí fue lo mejor de cada uno mezclado con lo mejor de mí.
El balance es muy enriquecedor, pero sé que a lo largo de todos estos días encontraré más matices, más pensamientos e ideas para encontrar ese difícil equilibrio entre el silencio y la máquina de hacer pensamientos.
Gracias a todos los que han hecho posible este experiencia.