miércoles, 31 de diciembre de 2014

MADRE

Porque nunca te llamé así, hoy mereces que mi escrito honre cada letra de tu presencia, madre.
Hoy pronuncio tu nombre con veneración porque me diste la vida, esta vida que feliz, vivo a tu lado. Esta vida renovada y descubierta que gracias a tu generosa presencia, abnegación y dedicación puedo desarrollar, a pesar de esa disonancia que tuvimos durante años, nunca se apagó la chispa que, innegable, alberga en las dos.
Dicen que has pedido cuatro vidas estar a mi lado, como madre, por un abandono que te hirió más que a mí, si hubo ofensa, ya perdoné lo que no sé, pero si siento, y quiero que termine tu infierno kármico.
Tu infancia desdichada, terrorífica, protagonista del cine de terror más exclusivo que has llevado prendido en el alma, con el baluarte de sálvese el que pueda, y tú te salvaste, pero con cicatrices sin cura.
Una infancia de miedos, palizas y desencuentros. Una vida que desarrollaste más allá de toda verdad.
Tu propia realidad hecho con energía y amor.
Hiciste realidad tus sueños, tus quimeras más profundas y cuando todo era gratitud y bienestar, la vida, quizás escogida en otro plano en otra dimensión, volvió a sacudirte y a ofrecerte una vez más, el sufrimiento como acomodo de estar.
Se fue tu pilar, tu apoyo, tu amor verdadero y contigo, todo aquello que ladrillo a ladrillo colocaste tan finamente durante años de esfuerzo y tesón.
Pero nuevamente, resurgiste, alas puestas, para darte a los demás.
Alegría, vitalidad, hermoseo, y a pesar de llevar tantos y tantos años a la espalda el corazón roto, verdad es que estás dejando un camino lleno de flores, de perfume, hierbabuena y azahar.
Vuelvo a honrar a la andaluza más atemporal que conozco.
He vivido el desgaste de ese tu corazón, ese que sorteó mareas, sunamis y tormentas devastadoras, ese corazón que vive ya sólo para un sueño, el sueño eterno de encontrarse con su amor, su hombre, su marido, su esposo, que después de cuarenta años de ausencia, siguen sus sentimientos como el primer día, idealizado después del abandono, pero indemne.
Es la historia de amor más bonita jamás contada. Una historia truncada por un falso accidente pero que sigue viva en otro plano, en el del entendimiento, en el que creamos nosotros cuando agarramos la idea de que el otro aún sigue con nosotros, y como lo queremos de verdad, pues el otro se queda, por lealtad y protección.
La dimensión del amor no tiene límites, el límite lo pone la razón. Es la historia de un amor por encima de convencionalismos, de fisuras y de desobediencias.
Y ahora, que el camino en esta vida y va terminando, ese ser está esperando amorosamente a que cruce la línea.
Vendrá a buscar a su alma el alma que espera, y la luz se fusionará uno más uno, uno.
Mientras, yo pronuncio tu nombre en voz alta para que el mantra penetre en mi corazón y lleve a mis células la paz que necesito.
Un mantra que acaricia mis sentidos y da sentido a todo lo vivido y recorrido.
Ese mantra que me permite abrazar tus brazos y sentir tu húmedo encuentro.
Ese mantra que tranquiliza mi conciencia, que trata de tú a tú mis emociones y sentimientos.
Beso uno a uno cada letra mágica de esa luz que es tu nombre.
Gracias MADRE




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