domingo, 15 de noviembre de 2015

Otoño en noviembre

Es el mes 11, mi mes, pues cumplo años en él, y me gusta la energía que emana de sus días, yendo despacio hacia los fríos, hacia el solsticio de invierno, hacia la introspección y el trabajo íntimo de uno con uno.
Metida en noviembre busco la felicidad en las pequeñas notas discordantes de la Naturaleza, busco la hoja caída, que no por marchita tiene su enseñanza, busco la brisa helada de la madrugada, busco el agua en el rocío, busco una palabra que sienta bien a mi corazón, busco a un pájaro para impregnarme de su esencia, busco la contemplación, la dicha de estar parada  sin el resonar de los clarinetes de  mis neuronas. Cuando consigo ese momento, todo para, mi alrededor soy yo y siento que mis células se cargan con mi confianza, con mi estar.
Ahí es cuando me identifico con todo Ser vivo, y entra dentro de mí, la reconciliación con el ser humano.
Y en estas estaba cuando me acordé de mi parque, el parque del Manzanares, de un espacio dentro de una gran ciudad que no tiene que envidiar a ningún bosque ni espacio montañoso.
Recorrer su alfombra de musgo y sus hojas de terciopelo es lo mejor que me ha podido pasar hoy. Quedo liberada de todas mis angustias y mis temores. No puedes temer cuando te regala el Universo un día tan bonito, para despegarte de la realidad que quieren que sientas.
 Gracias Árboles, gracias Río, gracias Cigüeñas, gracias Gaviotas, gracias.




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