Hoy, mi alumna Alejandra, cañera en cuanto a su cabeza pensante, me ha soltado una pregunta de esas que hay que analizarlas profundamente, y ni en las olimpiadas filosóficas se pondrían de acuerdo con la respuesta.
Claro está que después yo me he explayado para que desarrollaran su imaginación y no dieran todo por sabido.
la pregunta es: "¿Quién fue el primer ser que utilizó la palabra, vamos, que habló?"
Alguien dijo...pues quién va a ser, Dios que se estaba aburriendo, y le puso nombre a las cosas... pero al final salió Adán, y no Eva, fue el primero en nacer, aunque la reputación nos la llevamos nosotras, y entonces aproveché para decirles, (siempre hago política sumergida) que yo les estaba enseñando, no a dividir ni a multiplicar, sino a hacerse preguntas y a contestárselas ellos mismos, pero que si la contestación no les satisfacía, que siguieran investigando, preguntando hasta dar, por lo menos, con la respuesta más idónea.
El aprendizaje de la vida es mucho más importante que el escolar, no perder nunca el entusiasmo por preguntar sobre lo no sabido, y poder contestar a las preguntas sin respuesta, llegando a una gran satisfacción personal, no perder esa chispa nunca, eso es el mayor aprendizaje que creo he inculcado a mis alumnos, por eso no creo en los exámenes etiquetantes, por eso no creo en esta enseñanza castrante que les encasilla en buenos, menos buenos y malos. los criterios pedagógicos que antes se creaban para ayudar al niño han desaparecido en pro de la excelencia y de la competitividad., pero mientras nuestros alumnos sigan haciendo preguntas como la de Alejandra, nuestra sociedad seguirá siendo salvable.
Por eso, doy las gracias a Alejandra, a Jacobo, a Nora y todos los demás que hacen que yo, siga creyendo en nuestros niños del futuro.
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