sábado, 10 de mayo de 2014

LOS TRES PALOTES



Quiero compartir con vosotros una experiencia que me ha enseñado mucho y que en tiempos venideros, será una reafirmación a mi forma de ver la vida, y de enfrentarme a mis miedos, mis miserias y sobre todo, de ver mi luz reflejada en cada una de mis palabras, de mis actos o de mi dedicación a los demás.
Yo tengo una casa en un pueblo de Guadalajara, antes de tener dicha casa ya conocía la zona, una zona bonita con muchas posibilidades de perderse en el campo, que es lo que necesitamos los Madrileños a partir del viernes, a las 4 de la tarde.
Durante estos años, yo no me había percatado de unos palos colocados, sin sentido, en un sobresaliente de una montaña, un risco casi inaccesible, y que en edades remotas posiblemente sería de imposible acceso.
En un folleto informativo de la oficina de turismo comencé a saber más de su historia, los llaman "Tres palotes", y reza en la información: Antiguo humilladero, pero al lado de estas dos palabras tan aborígenes, encuentro unas más pequeñas, ( calibrí 9 por lo menos) que dice: Torre de vigilancia árabe.
Esto mismo se lo cuento a una querida amiga, Eva, y ella me comenta, que las torres de vigilancias, fueran romanas, árabes o visigodas, estaban construidas en lugares energéticamente potentes, de tal forma que impedían que los soldados de guardia se quedaran dormidos. (¡Cuánto saben los militares, si compartieran su información...!) y aquí empieza mi curiosidad, mis ganas locas de acercarme a aquel lugar, y cuanto más quería, más impedimentos había para realizarlo...Lluvia torrencial a mitad de camino, calzado inadecuando, camino interrumpido por la tala de árboles...en fin, que un día, me lié la manta a la cabeza y embauqué a mi familia para hacerlo.
Mi mirada fija en el horizonte, puesta mi energía en aquellos palotes que me invitaban a visitarlos, y un camino de difícil recorrido que lo caminé sola, a mi paso, conmigo misma, sorteando los problemas añadidos, cuestas gigantescas, ramas, árboles y demás impidiendo el paso, un viento que no invitaba a la excursión, un lugar poco acogedor por los tendidos eléctricos, pero mi visión no cejaba.
Al pasar las cuestas, el camino se bifurcaba, y para ir a los palotes había que bajar hacia la pared de roca donde se encontraban, mi familia desistió, (ni la perra que siempre me acompaña estaba por la labor) y yo me encontré con motoristas en el camino, ruidosos y amedrendando, que se colocaron entre los palotes.
Terrible decisión la mía. Tanto tiempo esperando aquel momento, y me echaba para atrás aquella situación. En un arranque de optimismo, me lancé a la carrera, sorteando el polvo y piedras que levantaban las motos a mi paso (¿Porqué el monte tiene que ser de personas así?)
Y el camino final, sinuoso, largo y lejano, se convirtió en liviano.
Cuando me planté entre los palotes, y vi la visión desde allí, sorpresivamente, no me dijo nada. No sentí nada especial.
¡Y ENTONCES COMPRENDÍ!
Qué lección recibí en aquel momento. Los tres palotes, están dentro de mí,  me decía mi interior dulcemente.
Es la vida en estado puro.
Tu camino de vida. Comienzas con el despertar, alguien te dice algo que te tambalea y surge en ti otra filosofía, otra manera de entender la vida.
Y comienza el camino espiritual, no sin ciertos impedimentos, vicisitudes y cambios de rumbo ocasionales, pero ya no hay vuelta atrás, (piedras, árboles caídos, palabras hirientes...), y estás sola, y sola llegas, no sin tener que renunciar a tu familia, renunciar a ir por senderos lisos,  renunciar y a tomar decisiones que no gustarán, (hay motos molestas en la vida), pero al final, prevalece el corazón, la consciencia y el amor, y se llega a vislumbrar los tres palotes, como pilar de un alma o ser que te acompaña a todos los lugares de la vida, a veces escondido, otras dando el do de pecho, pero sobre todo,
queriéndote.
Buena lección, la he aprendido y no volveré a buscar palotes fuera de mí, porque todo, todo, lo tengo dentro, en mi corazón.
Recomendación:
  Busca a ese ser que te acompaña siempre, aquel que te habla con palabras dulces y que no se enfada nunca, aquel ser que te quiere por encima de todo lo que haces, por encima de tus errores, porque ese ser no conoce el bajo rendimiento ni la mala conciencia. Ese ser es tan puro, que te espera siempre.




1 comentario:

  1. Preciosa experiencia!... Como en Odisea en el espacio 2001... un monolito ahí plantado en nuestra conciencia invitándonos a iniciar una búsqueda de respuestas ... para siempre regresar, como las olas del mar...a Casa...

    ResponderEliminar